Cuando un Maestro como líder no utiliza su corazón, su
emoción, entusiasmo y pasión está cerrado a la coherencia entre lo que piensa,
siente, dice y hace, quienes lo siguen se dan cuenta que no hay corazón, que
solo hay interés.
Había un perro que acostumbraba morder sin razón. Le puso su
amo una campanilla para advertirle a la gente de su presencia cercana. Y el
can, sonando la campanilla, se fue a la plaza pública a presumir.
Más una sabia perra, ya avanzada de años le dijo:
Más una sabia perra, ya avanzada de años le dijo:
-- ¿De qué presumes
tanto, amigo? Sé que no llevas esa campanilla por tus grandes virtudes, sino
para anunciar tu maldad oculta.
Los halagos que se
hacen a sí mismos los fanfarrones, sólo delatan sus mayores defectos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario