domingo, 21 de abril de 2013

Rubén Darío




 Yo sé que hay quienes dicen: ¿por qué no canta ahora con aquella locura armoniosa de antaño?

Ésos no ven la obra profunda de la hora,
la labor del minuto y el prodigio del año.

Yo, pobre árbol, produje, al amor de la brisa,
cuando empecé a crecer, un vago y dulce son.
Pasó ya el tiempo de la juvenil sonrisa:
¡dejad al huracán mover mi corazón!

                                                                Rubén Darío.


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