-Si tuviera un coche nuevo, sería feliz.
-Si tuviera una casa grande, sería feliz.
-Si tuviera un excelente trabajo, sería feliz.
-Si tuviera pareja perfecta, sería feliz.
En ese momento, tropezó con una bolsita llena de piedras y
empezó a tirarlas una por una al mar cada vez que decía: Sería feliz si
tuviera…
Así lo hizo hasta que solamente quedaba una piedrita en la
bolsa, la cual guardó.
Al llegar a su casa se dio cuenta de que aquella
piedrecita era un diamante muy valioso. ¿Te imaginas cuantos diamantes arrojó
al mar sin detenerse y apreciarlos?
Cuántos de nosotros pasamos arrojando nuestros preciosos
tesoros por estar esperando lo que creemos perfecto o soñado y deseando lo que
no se tiene, sin darle valor a lo que tenemos cerca nuestro?
Mira a tu alrededor y si te detienes a observar te darás
cuenta cuan afortunado eres, muy cerca de ti está tu felicidad, y no le has
dado la oportunidad de demostrarlo.
Observa la piedrecita, que puede ser un diamante valioso.
Cada uno de nuestros días es un diamante precioso, valioso e irreemplazable.
Depende de ti aprovecharlo o lanzarlo al mar del olvido para nunca más poder
recuperárlo.
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