martes, 3 de septiembre de 2013

Eloy Sagüillo Rodríguez



Aún ignoro quien mudara
la dulzura de este vino
que tanto nos embriagara;
ni qué razón le acidara,
si Amor es licor divino.
Si el destino nos sirvió
el vino, al poner la mesa,
y él mismo nos invitó…
¿porqué después consintió
esta acidez tan espesa?

Acaso yo le agraviase
menospreciando dulzura
y el vino se avinagrase
celándose en el envase
por no ser mi entrega pura.
O fuiste tú, ya cansada
de ser presa de atenciones,
de ver mi vida postrada
a tus pies y sujetada
tu libertad por mis dones.

Acaso fuese el destino,
celoso de darnos tanto
amor, que ni él previno,
quien avinagrase el vino
e iniciase el desencanto.
Ignoro a quien molestase
nos fuese dulce el camino,
a quien nuestro amor dañase;
mas hizo que amor mudase
de amador en asesino.


Eloy Sagüillo Rodríguez

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