"Nuestros hijos no son nuestros hijos, son los hijos y las
hijas de los anhelos que la vida tiene de si misma. Son los hijos de nuestro
amor de padres, viven a través de nosotros, pero no de nosotros. Y aunque vivan
con nosotros, no nos pertenecen. Pertenecen a la vida, al futuro y tienen
derecho a formar su futuro y decidir su vida.
Podemos darles nuestro amor, pero
no nuestros pensamientos, porque ellos
deben tener sus propios pensamientos.
Podemos dar abrigo a su cuerpo, pero no a
sus almas, porque sus almas habitan en la mansión del mañana, que ni aún en
sueños no es permitido visitar. Pero podemos enseñarles el camino y
enseñarles a caminar.
Podemos esforzarnos en ser como ellos, pero no intentemos
hacerlos como nosotros, porque la vida no marcha hacía atrás, ni se detiene en
el ayer. Pero podemos mostrarles un buen ejemplo de vida. Somos los arcos que
disparan a nuestros hijos, como flechas vivas. Que la tensión de la mano del
arquero sea para la alegría."
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