Ernesto Sabato fue un escritor, ensayista, físico y pintor
argentino.
Ha escrito ensayos sobre la condición humana.
Nació en Argentina, en Rojas, el 24 de junio de 1911.
Sus padres eran inmigrantes italianos provenientes de Calabria.
El décimo hijo de once, nació poco tiempo después de la
muerte de su noveno hermano, Ernestito, por lo que él lleva su nombre.
En una ocasión durante una entrevista dijo: «Mi padre era severísimo y yo le tenía terror, mi madre me
escondía debajo de la cama matrimonial para evitarme un castigo»
En 1933 fue elegido Secretario General de la Federación
Juvenil Comunista.
Y en un curso sobre marxismo conoció a Matilde Kusminsky
Richter, una estudiante de 17 años, la cual abandonó la casa de sus padres para
ir a vivir con él.
Tuvieron dos hijos, Jorge Federico Sabato (1938-1995) y Mario Sabato (1945-)
En 1934 comenzó a tener dudas sobre el comunismo y sobre
la dictadura de Iósif Stalin.
El partido, que advirtió este cambio, decidió
enviarlo por dos años a las Escuelas Leninistas de Moscú, en donde, según las
palabras de Sabato:
Era un lugar en donde uno se curaba o terminaba en un gulag
o en un hospital psiquiátrico.
En 1943, debido a una crisis existencial, decidió alejarse
de forma definitiva del área científica para dedicarse de lleno a la literatura
y la pintura.
Definió a la ciencia como amoral porque «llevaría al
mundo hacia el desastre».
Se instaló entonces en Pantanillo, en la provincia de
Córdoba, para residir en un rancho sin agua ni luz pero entregado a la
escritura.
Su manera de exponer ideas y conceptos, su facilidad
retórica y la sapiencia a la hora de introducirse en la psicología de los
individuos, lo erigieron en una de las grandes plumas de su tiempo y de su
país.
Murió en Santos Lugares, el 30 de abril de 2011.
Los medios de prensa definieron de inmediato el
fallecimiento de Sabato como el de una figura que sobrepasó la literatura para
convertirse en ícono del regreso democrático en la Argentina.
En su portada
digital del 30 de abril, el periódico «El País» (Madrid) lo llamó «último
clásico de las letras argentinas» y el periódico «El Mundo» (Madrid) lo tituló
«el último superviviente de los escritores con mayúscula de la Argentina»
En las redes sociales se reiteraron rápidamente los mensajes
relacionados con vivencias, recuerdos y frases del escritor.
La más registrada
y reproducida pocos minutos después de su muerte fue su oración:
«La vida es
tan corta y el oficio de vivir tan difícil, que cuando uno empieza a
aprenderlo, ya hay que morirse»
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