Un día, zarpó un barco a alta mar.
Iban 20 hombres. Era un
viaje de 50 días y entre ellos se encontraba un fiel creyente de quien todos en
la tripulación se burlaban.
Una noche estalló el
cuarto de máquinas y se hundió el barco sobreviviendo sólo el fiel creyente al
naufragio.
El único
sobreviviente de un naufragio estaba sobre una pequeña isla desierta.
Estaba
orando fervientemente, pidiendo a su Dios que lo rescatara.
Todos los días
revisaba el horizonte buscando ayuda, pero ésta nunca llegaba.
Ya cansado, empezó a construir una pequeña cabaña para protegerse y proteger
sus pocas posesiones.
Después de haber perdido todo, anduvo
vagando en la isla como sonámbulo, ya sin esperanza.
El náufrago estaba
confundido y enojado con su Dios y llorando le decía:
¿Cómo pudiste hacerme esto?, y se quedó dormido sobre la hamaca.
¿Cómo pudiste hacerme esto?, y se quedó dormido sobre la hamaca.
Temprano a la mañana
siguiente, escuchó asombrado la sirena de un buque que se acercaba a la isla.
¡Venían a rescatarlo!
Al llegar sus
salvadores les preguntó:
¿Cómo sabían que yo estaba aquí?.
Y ellos les respondieron:
Vimos las señales de humo que nos hiciste...
Es fácil enojarse
cuando las cosas van mal, pero no debemos perder La Fe.
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