En una tarde nublada y fría, dos niños patinaban sin
preocupación sobre una laguna congelada.
De repente el hielo se rompió, y uno de ellos cayó al agua.
El otro agarró una piedra y comenzó a golpear el hielo con todas sus fuerzas, hasta que logró quebrarlo y así salvar a su amigo.
Cuando llegaron los bomberos y vieron lo que había sucedido,
se preguntaron: “¿Cómo lo hizo? El hielo está muy grueso, es imposible que haya
podido quebrarlo con esa piedra y sus manos tan pequeñas...”
En ese instante apareció un abuelo y, con una sonrisa, dijo:
—Yo sé cómo lo hizo.
— ¿Cómo? le preguntaron.
— ¿Cómo? le preguntaron.
—No había nadie a su alrededor para decirle que no podía
hacerlo.
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