El sueño de Takuan Soho.
El decimoprimer día del decimosegundo mes de 1645, a la edad
de 73 años, Takuan Soho, artesano zen, decide morir.
Piensa que es suficiente,
que la nieve se funde en riachuelos subterráneos mientras la piel florece en la
naciente ladera; que ya es tarde para seguir levantado y la hora, por
intempestiva, es la exacta.
La vida de Takuan, al igual que su muerte, es un acto
poético.
De personalidad extraordinaria, fue erudito, pintor y poeta; gran
preparador del té, agricultor, inventor de flores y palabras, virtuoso de la
esgrima y la caligrafía.
Maestro de nadie, admirado y respetado por todos.
A
los 37 años, se le nombró monje supremo del templo Daitokuji de Kioto.
Takuan,
que detestaba el poder y la autoridad, abandonó el cargo a los tres días para
dedicarse a viajar.
Rechazó cuantos títulos honorarios se le ofrecieron e
incluso declinó entrar al servicio del shogun.
Una vez lo desobedeció y fue
desterrado a unas montañas lejanas.
Cuando, levantado el castigo, se ordenó que
volviera a la ciudad, Takuan replicó que prefería las montañas a la mugrienta y
atestada Edo.
Y en las montañas quiere que lo entierren.
En un lugar
apartado, perdido, sin florituras ni ceremonias, como quien se desprende de la
tercera cana un frío día de invierno.
Así se lo comunica a sus allegados.
Éstos, consternados, intentan disuadir a Takuan de su fatal resolución.
Imposible.
El sabio ha llamado ya a la sombra hambrienta, que ahora está
soplando sobre su ajada frente.
Los seguidores le ruegan, al menos, un último
poema de despedida.
Takuan con dificultad toma el pincel, perfila lento en una
hoja el kanji de «yume», que significa «sueño», y muere.
Escrito por: viestal el 14 Mar 2011. Una recreación de
Francisco Javier Casado
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