Cada 29 de septiembre se celebra la
fiesta de los santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael.
Son los nombres con
que se presentan en la Sagrada Escritura estos tres príncipes de la corte
celestial.
Miguel aparece en
defensa de los intereses divinos ante la rebelión de los ángeles malos;
Gabriel, enviado por el Señor a diferentes misiones, anunció a la Virgen Maria
el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios y su maternidad divina; Rafael
acompañó al joven Tobías cuando cumplia un difícil encargo y se ocupó de
solucionar difíciles asuntos de su esposa.
La Iglesia ha fijado
dos festividades para que, al menos dos días del año, nos acordemos de los
ángeles y los arcángeles, nos alegremos y agradezcamos a Dios el que nos haya
asignado un ángel custodio y aprovechemos estos días para pedir su ayuda.
En el siglo IV, el arte religioso representó a los ángeles
con forma de figura humana. En el siglo V, se le añadieron las alas, como
símbolo de su prontitud en realizar la Voluntad divina y en trasladarse de un
lugar a otro sin la menor dificultad.
La presencia y la acción de los ángeles aparece a lo largo
del Antiguo Testamento, en muchos de sus libros sagrados.
Aparece
frecuentemente, también, en la vida y enseñanzas de Nuestro Señor, Jesucristo,
en la Carta de san Pablo, en los Hechos de los Apóstoles y, principalmente, en
el Apocalipsis.
Cada tres coros de ángeles constituyen una jerarquía y todos
ellos forman la corte celestial.
Arcángel San Miguel:
es el que arrojó del Cielo a Lucifer y a los ángeles que le seguían y quien
mantiene la batalla contra Satanás y demás demonios para destruir su poder y
ayudar a la Iglesia militante a obtener la victoria final.
El nombre de Miguel
significa “quien como Dios”.
Su conducta y fidelidad nos debe invitar a
reconocer siempre el señoría e Jesús y buscar en todo momento la gloria de
Dios.
Arcángel San Gabriel: en hebreo significa “Dios es fuerte”,
“Fortaleza de Dios”.
Aparece siempre como el mensajero de Yahvé para cumplir
misiones especiales y como portador de buenas noticias.
Anunció a Zacarías el
nacimiento de Juan, el Bautista y a la Virgen María, la Encarnación del Hijo de
Dios.
Arcángel San Rafael: su nombre quiere decir “medicina de
Dios”.
Tiene un papel muy importante en la vida del profeta Tobías, al
mostrarle el camino a seguir y lo que tenía que hacer.
Tobías obedeció en todo al
arcángel San Rafael, sin saber que era un mensajero de Dios.
Él se encargó de
presentar sus oraciones y obras buenas a Dios, dejándole como mensaje bendecir
y alabar al Señor, hacer siempre el bien y no dejar de orar.
Se le considera
patrono de los viajeros por haber guiado a Tobías en sus viajes.
Es patrono,
también, de los médicos (de cuerpo y alma) por las curaciones que realizó en
Tobit y Sara, el padre y la esposa de Tobías.
Muchas veces se piensa en el ángel de la guarda como si
fuera algo infantil.
Pero, si pensamos que al crecer la persona se enfrentará a
una vida con mayores tentaciones y dificultades, el ángel custodio será de gran
ayuda.
Para que la relación de la persona con el ángel custodio sea
eficaz, necesita hablar con él, llamarle, tratarlo como el amigo que es.
Así
podrá convertirse en un fiel y poderoso aliado nuestro.
Debemos confiar en nuestro ángel de la guarda y pedirle
ayuda, pues además de que él nos guía y nos protege, está muy cerca de Dios y
le puede decir directamente lo que queremos o necesitamos.
Recordemos que los ángeles no pueden conocer nuestros
pensamientos ni deseos íntimos si nosotros no se los hacemos saber de alguna
manera, ya que sólo Dios sabe lo que hay dentro de nuestro corazón.
Ellos, en
cambio, sólo pueden conocer lo que queremos intuyéndolo por nuestras obras,
palabras, gestos, etc.
También podemos pedirle favores especiales a los ángeles de
la guarda de otras personas para que las protejan de determinados peligros o
las guíen en situaciones difíciles.
¿Qué nos enseñan los ángeles?
Nos enseñan a:
glorificar al Señor, proclamar su santidad y rendirle sus
homenajes de adoración, de amor y de ininterrumpida alabanza.
Cumplir con exactitud y prontamente todas las órdenes que
recibimos del señor y a cumplir su Voluntad sin discutir sus mandatos ni aplazando
el cumplimiento de éstas.
Servir al prójimo, pues ellos están preocupados por nosotros
y quieren ayudarnos en las diversas circunstancias que se nos presentan en la
vida. Esto nos anima a compartir con nuestros hermanos penas y alegrías.
¿Por qué creer en los ángeles?
Toda la Sagrada Escritura está llena de versículos y
capítulos completos que hablan de los ángeles.
Si creemos en la Sagrada
Escritura, no podemos negar la existencia y la acción de los ángeles.
Además del testimonio de la Revelación, tenemos el de los
Santos Padres de la Iglesia quienes nos dejaron bellas y sugestivas
descripciones de los ángeles que fueron retomadas por Santo Tomás no sólo en el
aspecto teológico sino en un dinamismo cristiano.
La Iglesia ha definido dogma
de fe la existencia de los ángeles.
El culto a los ángeles de la guarda comenzó en la península
Ibérica y después se propagó a otros países.
Existe un libro acerca de esta
devoción en Barcelona con fecha de 1494.
El Concilio IV de Letrán, en 1215, se señaló que Dios es
creador de todas las cosas, de las visibles y de las invisibles, de las
criaturas espirituales y las corporales.
Se señaló que a unas y a otras, las
creó de la nada.
En 1870, debido al materialismo y racionalismo que imperante
en esa época, el Concilio Vaticano I afirmó de nuevo la existencia de los
ángeles.
Pablo VI volvió a poner de manifiesto la existencia de los
ángeles en 1968, al formular el Credo.
En la reforma litúrgica de la Iglesia de 1969, quedó
establecido el día 29 de septiembre para dar culto a los arcángeles San Miguel,
San Rafael y San Gabriel y el día 2 de Octubre, para rendir culto a los ángeles
custodios.
Oración a San Miguel Arcángel
San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla.
Ayúdanos a luchar contra el mal.
Que Dios oiga tu voz y tú, como jefe del ejército del Cielo,
combate y vence a Satanás
y a todos los espíritus malos que andan por el mundo
deseando la ruina de las almas.
Amén.
Oración al Ángel de la Guarda
Angel de la guardia protegiendo a un niño del demonio_ Domenico Fetti (1618)
Ángel del Señor, que eres mi custodio,
Puesto que la Providencia soberana me encomendó a ti,
Ilumíname, guárdame, rígeme y gobiérname
en este día.
Amén.
Ángel de la Guarda, dulce compañía
No me desampares, ni de noche ni de día,
hasta que me encuentre en los brazos de Jesús y de María.
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