Cuando hablas de tus problemas, de tus achaques y enfermedades, de tus agravios, prolongas la vida de lo que te hace desdichado.
Hablar de tus desventuras sólo añade más desventuras a tu vida.
Da valor únicamente a tus deseos.
Piensa y habla sólo de lo bueno y que añade gozo a tu trabajo y a tu vida.
Si no hablas de tus desventuras, pronto tendrás la dicha de ver que han desaparecido.
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