"No puedo creer que el propósito de la vida sea "ser feliz".Pienso que el propósito de la vida es ser útil, ser responsable, ser compasivo.Y, por encima de todo, que nuestra existencia importe: que cuente para algo, que signifique algo, que el mundo se haya transformado con nuestro paso por él."
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domingo, 31 de agosto de 2014
sábado, 30 de agosto de 2014
Benjamin Franklin
"No se encuentra por ninguna parte la libertad cuando al pueblo se le imponen demasiados impuestos y reglamentos."
Chismorreos
"Nuestro apetito por el chismorreo nos hace engullir todo cuanto se nos presenta, y a la postre descubrimos, demasiado tarde, que lo que consumismos fueron nuestros ideales; y que esa comilona, lejos de engrandecernos, sólo nos ha empequeñecidos."
Mediocres
"El gran riesgo de la mediocridad es que se trata de una enfermedad sin dolores. Los mediocres son, o parecen ser, si no felices, cuanto menos tranquilos. Y en esa especie de tranquila ciénaga interior es muy difícil que la mediocridad llegue a hacerse insoportable."
viernes, 29 de agosto de 2014
Jacqueline Bouvier
Las hermanas Bouvier. Lee y
Jacqueline que era la mayor.
Lee Radziwill es una actriz y escritora estadounidense. Su
hermana mayor Bouvier Kennedy, que fue desde 1961 a 1963 primera dama de los
Estados Unidos.
En un baile de debutantes en 1951
Las fotos fueron realizadas por Cecil Beaton y publicadas en la revista Vogue.
jueves, 28 de agosto de 2014
miércoles, 27 de agosto de 2014
Cinco pasos
Hace años, no recuerdo donde, leí y copie este artículo. Me gustó y hoy quiero compartirlo con vosotros. No se el nombre del autor por ello no lo publico, pero es muy interesante y puede mejorar la vida. Así que aquí os lo dejo, espero que os sirva y os guste ...
"La vida es un continuo ejercicio de superación. Todos
queremos alcanzar la máxima felicidad posible, y sabemos que esta pasa por
lograr ser mejores personas, pero solemos fallar al enfocar nuestras decisiones
vitales.
En general, las personas no actúan de forma injusta –o directamente
mala– con sus congéneres de forma consciente: lo hacen porque creen que están
haciendo lo correcto, aunque no lo sea, o porque no han valorado las
consecuencias que sus decisiones tienen sobre otras personas.
Muchas veces estamos
tan enfrascados en lograr el éxito (a todos los niveles), que nos olvidamos de
mejorar la forma en que tratamos a los demás, y a nosotros mismos.
Nunca
seremos felices si no logramos antes ser mejores personas y la bondad, como
todo en esta vida, se puede educar y entrenar.
Esto son cinco aspectos que
debes tener en cuenta para ser una mejor persona y alcanzar la verdadera
felicidad.
1. Trabaja la gratitud y el altruismo.
Dice el refrán que “es de bien nacidos ser agradecido”, lo
que no dice es que, además de ser positiva para los que nos rodean, la gratitud
es una herramienta poderosa para sentirnos bien con nosotros mismos y así mismo
el aspecto de nuestro carácter más fuertemente asociado a la satisfacción
vital.
La gratitud nos puede ayudar a superar los traumas y el estrés, aumenta
nuestra autoestima y nos ayuda a disolver las emociones negativas.
La mayor expresión de gratitud es el altruismo: hacer el
bien sin esperar nada a cambio.
Numerosos estudios han demostrado que la
solidaridad está directamente relacionada con el bienestar, la salud, y la
longevidad.
Los actos de bondad hacen que nos sintamos bien con nosotros mismos
y las emociones positivas que generamos hacen que tengamos una mayor capacidad
de recuperación psicológica y física.
Por ello, el voluntariado es una de las
actividades más saludables que pueden realizar las personas mayores.
2. Mantén en buen estado tus redes sociales.
No nos referimos a estar todo el día en Facebook, sino a
mantener la conexión con nuestros amigos, familiares, vecinos y compañeros de
trabajo.
Los buenos amigos deben cuidarse para no perderse y es de sobra
conocida la capacidad que tiene la amistad para generar felicidad en nuestro
entorno.
Las tasas de depresión llevan creciendo de forma sostenida desde hace
50 años y una de sus principales causas es la soledad.
Puedes creer que solo
necesitas a tu pareja, tus padres y algún que otro amigo para ser feliz, pero
lo cierto es que el egoísmo y la desidia en cuestiones de amistad se paga caro.
No en vano, haber descuidado nuestras amistades perdiendo el contacto con
estas, es uno de los aspectos que más lamentamos en nuestro lecho de muerte.
3. Sé optimista.
Las personas pesimistas no son peores personas, pero de
forma casi inconsciente tienden a generar un entorno desmotivador que no es
beneficioso ni para ellos mismos, ni para la gente que les rodea.
Si queremos
mejorar como personas, y ser más felices, debemos pues trabajar nuestra actitud
frente a la vida, algo muy estudiado en los últimos años por la psicología
positiva.
Tal como promulga esta corriente de la psicología, la felicidad no es
algo que se pueda alcanzar: no es una meta, es un estado que debe entrenarse
todos los días.
En el fondo, todo lo que nos rodea puede tener una lectura
negativa, máxime en estos días en los que el pesimismo es abrumador.
Si no
buscamos una lectura optimista de las cosas la infelicidad será una constante y
contagiaremos esta a nuestros seres más queridos.
El optimismo se puede trabajar siguiendo tres prácticos
consejos.
Trata de concentrar tu tiempo y energía en cosas sobre las que tengas
el control, si los acontecimientos te desbordan pide ayuda o cambia de
estrategia, pero no te estanques: el perfeccionismo es una gran fuente de pesimismo.
En segundo lugar, si tienes que enfrentar una situación complicada o
directamente fatídica (como la muerte de un ser querido), piensa que vendrán
tiempos mejores, y transmite esperanza a los tuyos. Por último, haz un esfuerzo
por distinguir las distintas facetas de la vida.
Trata de que las desavenencias
que, por ejemplo, puedan surgir en el trabajo no te afecten en tu día a día
familiar, y viceversa. Esto es importantísimo si quieres cuidar a la gente que
te rodea, ya sea tu familia, tus amigos, o tus compañeros de trabajo, que no
tienen por qué aguantar a alguien de mal humor por asuntos que están fuera de
su alcance y que, en el fondo, no les atañen.
4. Dale menos importancia a los aspectos materiales.
La psicología ha demostrado en multitud de ocasiones que el
dinero no da la felicidad y, aunque la expresión se ha convertido en un lugar
común poco convincente, los datos demuestran que, pasado un punto, el bienestar
material no guarda relación con nuestra felicidad.
Si ponemos nuestra ilusión
en manos de aspectos materiales lo más probable es que labremos una infelicidad
crónica, pues nunca tendremos suficientes cosas.
Uno de los aspectos más estudiados por la filosofía, la
religión y, hoy en día, por la psicología positiva, es lo que conocemos como
“el sentido de la vida”. ¿Qué queremos lograr a nuestro paso por ésta? ¿Cuáles
son nuestras metas?
La caída de las grandes ideologías y el declive de las
religiones han provocado una ausencia de sentido vital que en las sociedades
occidentales es casi patológica.
Debemos plantearnos a diario qué queremos
lograr en nuestra vida y, a buen seguro, nos daremos cuenta de que los aspectos
materiales no tienen ninguna importancia en el sentido último de esta. Las
personas felices tienen unos valores que mantener y unos objetivos por los que
les merece la pena trabajar.
5. Haz lo que amas.
No importa el dinero que ganes: nunca serás feliz si dedicas
tu tiempo a hacer algo que no te gusta.
Está claro que no todo el mundo tiene
la suerte de trabajar en aquello que le resulta más atractivo, pero todos
podemos cambiar a mejor.
Para ello debemos trabajar la autoeficacia: la
confianza y convicción de que es posible alcanzar los resultados esperados para
cada meta propuesta. Evidentemente, no vamos a lograr todo lo que nos
proponemos, pero el problema para muchas personas es que ni siquiera se
plantean cambiar, por miedo a enfrentarse a las dificultades que puedan surgir,
y acaban generando problemas inexistentes.
Este consejo no se debe aplicar sólo a nuestro trabajo.
Quizás, tal como están las cosas, es poco realista encontrar un puesto más
interesante que el que tenemos (aunque sí podemos realizar nuestra labor de una
manera que nos resulte más satisfactoria), pero podemos hacer lo que realmente
nos gusta en nuestro tiempo libre.
Según un estudio japonés realizado entre
jubilados, la tasa de mortalidad es significativamente menor en aquellas
personas que practican una afición concreta.
La ecuación es sencilla: si nos
llena lo que hacemos, seremos más felices, y esta felicidad se contagiará a
nuestro entorno.
Es muy fácil distinguir a una persona que está haciendo lo que
le gusta: irradia felicidad y contagia optimismo.
martes, 26 de agosto de 2014
lunes, 25 de agosto de 2014
Santoral del día: San Luis IX.
Rey de Francia.
San Luis IX, rey de Francia, que,
tanto en tiempo de paz como durante la guerra para defensa de los cristianos,
se distinguió por su fe activa, su justicia en el gobierno, el amor a los
pobres y la paciencia en las situaciones adversas.
Tuvo once hijos en su
matrimonio, a los que educó de una manera inmejorable y piadosa, y gastó sus
bienes, fuerzas y su misma vida en la adoración de la Cruz, la Corona y el
sepulcro del Señor, hasta que, contagiado de peste, murió en el campamento de Túnez,
en la costa de África del Norte (1270).
Etimología: Luis = guerrero ilustre. Viene de la lengua
alemana.
Fecha de canonización: El Papa Bonifacio VIII lo canonizo en
el año 1297.
San Luis, rey de Francia, es, ante todo, un Santo cuya figura angélica impresionaba a todos con sólo su presencia.
Vive en una época
de grandes heroísmos cristianos, que él supo aprovechar en medio de los
esplendores de la corte para ser un dechado perfecto de todas las virtudes.
Nace en Poissy el 25 de abril de 1214, y a los doce años, a la muerte de su
padre, Luis VIII, es coronado rey de los franceses bajo la regencia de su
madre, la española Doña Blanca de Castilla. Ejemplo raro de dos hermanas, Doña
Blanca y Doña Berenguela, que supieron dar sus hijos, más que para reyes de la
tierra, para santos y fieles discípulos del Señor.
Las madres, las dos
princesas hijas del rey Alfonso VIII de Castilla, y los hijos, los santos reyes
San Luis y San Fernando.
En medio de las dificultades de la regencia supo Doña Blanca
infundir en el tierno infante los ideales de una vida pura e inmaculada.
No
olvida el inculcarle los deberes propios del oficio que había de desempeñar más
tarde, pero ante todo va haciendo crecer en su alma un anhelo constante de
servicio divino, de una sensible piedad cristiana y de un profundo desprecio a
todo aquello que pudiera suponer en él el menor atisbo de pecado. «Hijo -le
venía diciendo constantemente-, prefiero verte muerto que en desgracia de Dios
por el pecado mortal».
Es fácil entender la vida que llevaría aquel santo joven
ante los ejemplos de una tan buena y tan delicada madre. Tanto más si
consideramos la época difícil en que a ambos les tocaba vivir, en medio de una
nobleza y de unas cortes que venían a convertirse no pocas veces en hervideros de
los más desenfrenados, rebosantes de turbulencias y de tropelías. Contra éstas
tuvo que luchar denodadamente Doña Blanca, y, cuando el reino había alcanzado
ya un poco de tranquilidad, hace que declaren mayor de edad a su hijo, el
futuro Luis IX, el 5 de abril de 1234.
Ya rey, no se separa San Luis de la
sabia mirada de su madre, a la que tiene siempre a su lado para tomar las
decisiones más importantes.
En este mismo año, y por su consejo, se une en
matrimonio con la virtuosa Margarita, hija de Ramón Berenguer, conde de
Provenza. Ella sería la compañera de su reinado y le ayudaría también a ir
subiendo poco a poco los peldaños de la santidad.
En lo humano, el reinado de San Luis se tiene como uno de
los más ejemplares y completos de la historia.
Su obra favorita, las Cruzadas,
son una muestra de su ideal de caballero cristiano, llevado hasta las últimas
consecuencias del sacrificio y de la abnegación.
Por otra parte, tanto en la
política interior como en la exterior San Luis ajustó su conducta a las normas
más estrictas de la moral cristiana.
Tenía la noción de que el gobierno es más
un deber que un derecho; de aquí que todas sus actividades obedecieran
solamente a esta idea: el hacer el bien buscando en todo la felicidad de sus
súbditos.
Desde el principio de su reinado San Luis lucha para que
haya paz entre todos, pueblos y nobleza. Todos los días administra justicia
personalmente, atendiendo las quejas de los oprimidos y desamparados.
Desde
1247 comisiones especiales fueron encargadas de recorrer el país con objeto de
enterarse de las más pequeñas diferencias. Como resultado de tales
informaciones fueron las grandes ordenanzas de 1254, que establecieron un
compendio de obligaciones para todos los súbditos del reino.
El reflejo de estas ideas, tanto en Francia como en los
países vecinos, dio a San Luis fama de bueno y justiciero, y a él recurrían a
veces en demanda de ayuda y de consejo.
Con sus nobles se muestra decidido para
arrancar de una vez la perturbación que sembraban por los pueblos y ciudades.
En
1240 estalló la última rebelión feudal a cuenta de Hugo de Lusignan y de
Raimundo de Tolosa, a los que se sumó el rey Enrique III de Inglaterra.
San
Luis combate contra ellos y derrota a los ingleses en Saintes (22 de julio de
1242). Cuando llegó la hora de dictar condiciones de paz el vencedor desplegó
su caridad y misericordia. Hugo de Lusignan y Raimundo de Tolosa fueron
perdonados, dejándoles en sus privilegios y posesiones. Si esto hizo con los
suyos, aún extremó más su generosidad con los ingleses: el tratado de París de
1259 entregó a Enrique III nuevos feudos de Cahors y Périgueux, a fin de que en
adelante el agradecimiento garantizara mejor la paz entre los dos Estados.
Padre de su pueblo y sembrador de paz y de justicia, serán
los títulos que más han de brillar en la corona humana de San Luis, rey.
Exquisito en su trato, éste lo extiende, sobre todo, en sus relaciones con el
Papa y con la Iglesia.
Cuando por Europa arreciaba la lucha entre el emperador
Federico II y el Papa por causa de las investiduras y regalías, San Luis asume
el papel de mediador, defendiendo en las situaciones más difíciles a la
Iglesia.
En su reino apoya siempre sus intereses, aunque a veces ha de
intervenir contra los abusos a que se entregaban algunos clérigos, coordinando de
este modo los derechos que como rey tenía sobre su pueblo con los deberes de
fiel cristiano, devoto de la Silla de San Pedro y de la Jerarquía.
Para hacer
más eficaz el progreso de la religión en sus Estados se dedica a proteger las
iglesias y los sacerdotes.
Lucha denodadamente contra los blasfemos y perjuros,
y hace por que desaparezca la herejía entre los fieles, para lo que implanta la
Inquisición romana, favoreciéndola con sus leyes y decisiones.
Personalmente da un gran ejemplo de piedad y devoción ante
su pueblo en las fiestas y ceremonias religiosas.
En este sentido fueron muy
celebradas las grandes solemnidades que llevó a cabo, en ocasión de recibir en
su palacio la corona de espinas, que con su propio dinero había desempeñado del
poder de los venecianos, que de este modo la habían conseguido del empobrecido
emperador del Imperio griego, Balduino II.
En 1238 la hace llevar con toda
pompa a París y construye para ella, en su propio palacio, una esplendorosa
capilla, que de entonces tomó el nombre de Capilla Santa, a la que fue
adornando después con una serie de valiosas reliquias entre las que sobresalen
una buena porción del santo madero de la cruz y el hierro de la lanza con que
fue atravesado el costado del Señor.
A todo ello añadía nuestro Santo una vida admirable de
penitencia y de sacrificios. Tenía una predilección especial para los pobres y
desamparados, a quienes sentaba muchas veces a su mesa, les daba él mismo la
comida y les lavaba con frecuencia los pies, a semejanza del Maestro. Por su
cuenta recorre los hospitales y reparte limosnas, se viste de cilicio y castiga
su cuerpo con duros cilicios y disciplinas.
Se pasa grandes ratos en la
oración, y en este espíritu, como antes hiciera con él su madre, Doña Blanca,
va educando también a sus hijos, cumpliendo de modo admirable sus deberes de
padre, de rey y de cristiano.
Sólo le quedaba a San Luis testimoniar de un modo público y
solemne el gran amor que tenía para con nuestro Señor, y esto le impulsa a
alistarse en una de aquellas Cruzadas, llenas de fe y de heroísmo, donde los
cristianos de entonces iban a luchar por su Dios contra sus enemigos, con
ocasión de rescatar los Santos Lugares de Jerusalén.
A San Luis le cabe la
gloria de haber dirigido las dos últimas Cruzadas en unos años en que ya había
decaído mucho el sentido noble de estas empresas, y que él vigoriza de nuevo
dándoles el sello primitivo de la cruz y del sacrificio.
En un tiempo en que estaban muy apurados los cristianos del
Oriente el papa Inocencio IV tuvo la suerte de ver en Francia al mejor de los
reyes, en quien podía confiar para organizar en su socorro una nueva empresa.
San Luis, que tenía pena de no amar bastante a Cristo crucificado y de no
sufrir bastante por Él, se muestra cuando le llega la hora, como un magnífico
soldado de su causa.
Desde este momento va a vivir siempre con la vista clavada
en el Santo Sepulcro, y morirá murmurando: «Jerusalén».
En cuanto a los anteriores esfuerzos para rescatar los
Santos Lugares, había fracasado, o poco menos, la Cruzada de Teobaldo IV, conde
de Champagne y rey de Navarra, emprendida en 1239-1240. Tampoco la de Ricardo
de Cornuailles, en 1240-1241, había obtenido otra cosa que la liberación de
algunos centenares de prisioneros.
Ante la invasión de los mogoles, unos 10.000 kharezmitas
vinieron a ponerse al servicio del sultán de Egipto y en septiembre de 1244
arrebataron la ciudad de Jerusalén a los cristianos. Conmovido el papa
Inocencio IV, exhortó a los reyes y pueblos en el concilio de Lyón a tomar la
cruz, pero sólo el monarca francés escuchó la voz del Vicario de Cristo.
Luis IX, lleno de fe, se entrevista con el Papa en Cluny
(noviembre de 1245) y, mientras Inocencio IV envía embajadas de paz a los
tártaros mogoles, el rey apresta una buena flota contra los turcos.
El 12 de
junio de 1248 sale de París para embarcarse en Marsella. Le siguen sus tres hermanos,
Carlos de Anjou, Alfonso de Poitiers y Roberto de Artois, con el duque de
Bretaña, el conde de Flandes y otros caballeros, obispos, etc. Su ejército lo
componen 40.000 hombres y 2.800 caballos.
El 17 de septiembre los hallamos en Chipre, sitio de concentración
de los cruzados. Allí pasan el invierno, pero pronto les atacan la peste y
demás enfermedades.
El 15 de mayo de 1249, con refuerzos traídos por el duque
de Borgoña y por el conde de Salisbury, se dirigen hacia Egipto. «Con el escudo
al cuello -dice un cronista- y el yelmo a la cabeza, la lanza en el puño y el
agua hasta el sobaco», San Luis, saltando de la nave, arremetió contra los
sarracenos. Pronto era dueño de Damieta (7 de junio de 1249).
El sultán propone
la paz, pero el santo rey no se la concede, aconsejado de sus hermanos.
En
Damieta espera el ejército durante seis meses, mientras se les van uniendo
nuevos refuerzos, y al fin, en vez de atacar a Alejandría, se decide a
internarse más al interior para avanzar contra El Cairo.
La vanguardia, mandada
por el conde Roberto de Artois, se adelanta temerariamente por las calles de un
pueblecillo llamado Mansurah, siendo aniquilada casi totalmente, muriendo allí
mismo el hermano de San Luis (8 de febrero de 1250).
El rey tuvo que reaccionar
fuertemente y al fin logra vencer en duros encuentros a los infieles. Pero
éstos se habían apoderado de los caminos y de los canales en el delta del Nilo,
y cuando el ejército, atacado del escorbuto, del hambre y de las continuas
incursiones del enemigo, decidió, por fin, retirarse otra vez a Damieta, se vio
sorprendido por los sarracenos, que degollaron a muchísimos cristianos,
cogiendo preso al mismo rey, a su hermano Carlos de Anjou, a Alfonso de
Poitiers y a los principales caballeros (6 de abril).
Era la ocasión para mostrar el gran temple de alma de San
Luis.
En medio de su desgracia aparece ante todos con una serenidad admirable y
una suprema resignación.
Hasta sus mismos enemigos le admiran y no pueden menos
de tratarle con deferencia.
Obtenida poco después la libertad, que con harta
pena para el Santo llevaba consigo la renuncia de Damieta, San Luis desembarca
en San Juan de Acre con el resto de su ejército.
Cuatro años se quedó en
Palestina fortificando las últimas plazas cristianas y peregrinando con profunda
piedad y devoción a los Santos Lugares de Nazaret, Monte Tabor y Caná.
Sólo en
1254, cuando supo la muerte de su madre, Doña Blanca, se decidió a volver a
Francia.
A su vuelta es recibido con amor y devoción por su pueblo.
Sigue administrando justicia por sí mismo, hace desaparecer los combates
judiciarios, persigue el duelo y favorece cada vez más a la Iglesia.
Sigue
teniendo un interés especial por los religiosos, especialmente por los
franciscanos y dominicos.
Conversa con San Buenaventura y Santo Tomás de
Aquino, visita los monasterios y no pocas veces hace en ellos oración, como un
monje más de la casa.
Sin embargo, la idea de Jerusalén seguía permaneciendo viva
en el corazón y en el ideal del Santo.
Si no llegaba un nuevo refuerzo de
Europa, pocas esperanzas les iban quedando ya a los cristianos de Oriente.
Los
mamelucos les molestaban amenazando con arrojarles de sus últimos reductos. Por
si fuera poco, en 1261 había caído a su vez el Imperio Latino, que años antes
fundaran los occidentales en Constantinopla.
En Palestina dominaba entonces el
feroz Bibars (la Pantera), mahometano fanático, que se propuso acabar del todo
con los cristianos.
El papa Clemente IV instaba por una nueva Cruzada. Y de
nuevo San Luis, ayudado esta vez por su hermano, el rey de Sicilia, Carlos de
Anjou, el rey Teobaldo II de Navarra, por su otro hermano Roberto de Artois,
sus tres hijos y gran compañía de nobles y prelados, se decide a luchar contra
los infieles.
En esta ocasión, en vez de dirigirse directamente al Oriente,
las naves hacen proa hacia Túnez, enfrente de las costas francesas.
Tal vez
obedeciera esto a ciertas noticias que habían llegado a oídos del Santo de
parte de algunos misioneros de aquellas tierras.
En un convento de dominicos de
Túnez parece que éstos mantenían buenas relaciones con el sultán, el cual hizo
saber a San Luis que estaba dispuesto a recibir la fe cristiana.
El Santo llegó
a confiarse de estas promesas, esperando encontrar con ello una ayuda valiosa
para el avance que proyectaba hacer hacia Egipto y Palestina.
Pero todo iba a quedar en un lamentable engaño que iba a ser
fatal para el ejército del rey.
El 4 de julio de 1270 zarpó la flota de Aguas
Muertas y el 17 se apoderaba San Luis de la antigua Cartago y de su castillo.
Sólo entonces empezaron los ataques violentos de los sarracenos.
El mayor enemigo fue la peste, ocasionada por el calor, la
putrefacción del agua y de los alimentos. Pronto empiezan a sucumbir los
soldados y los nobles.
El 3 de agosto muere el segundo hijo del rey, Juan
Tristán, cuatro días más tarde el legado pontificio y el 25 del mismo mes la
muerte arrebataba al mismo San Luis, que, como siempre, se había empeñado en
cuidar por sí mismo a los apestados y moribundos. Tenía entonces cincuenta y
seis años de edad y cuarenta de reinado.
Pocas horas más tarde arribaban las naves de Carlos de
Anjou, que asumió la dirección de la empresa.
El cuerpo del santo rey fue
trasladado primeramente a Sicilia y después a Francia, para ser enterrado en el
panteón de San Dionisio, de París. Desde este momento iba a servir de grande
veneración y piedad para todo su pueblo.
Unos años más tarde, el 11 de agosto
de 1297, era solemnemente canonizado por Su Santidad el papa Bonifacio VIII en
la iglesia de San Francisco de Orvieto (Italia).
Una vez leí...
"La única revolución que necesita ese país es una con la que
muy pocos quieren comprometerse. Es muy antigua y nunca pasa de moda porque
comienza la solución de los problemas en la raíz del problema: el hombre.
Mientras el hombre y la mujer no cambien interiormente ninguna ley o millones de
leyes podrá hacerlo.
Son diez puntos, solo diez , el programa que cambiaría
esta sociedad corrupta.
Desde hace cinco mil años se han llamado: los diez
mandamientos.
Sólo con aplicar dos de ellos :
NO ROBAR, NO MENTIR, estaría
arreglado la mitad del problema, aunque en realidad bastaría con uno solo: AMA
A TU PROJIMO COMO A TI MISMO."
domingo, 24 de agosto de 2014
Definición
Pidieron a un hombre de negocios que definiera el éxito, y
dijo:" el que al despertar por la mañana da un salto de la cama y grita:
Qué alegría!!!, un nuevo día!!!. Ese hombre ha tenido éxito en la vida"
Dr. Wayne D
La abundancia no es algo que nosotros adquirimos;
es algo que nosotros sintonizamos.
Qué es la abundancia?
La abundancia es un estado del ser. La abundancia es el estado en el cual
sientes que tienes todo lo que quieres. Es un sentimiento activo, una emocion.
La abundancia esta en tu humor vibratorio, la abundancia esta en tus emociones
diarias. La abundancia es parte de tu integridad y esta en tu mente, cuerpo y
espiritu. La abundancia no es una cuenta en dólares o cosas materiales como
mucha gente piensa.
Qué es la pobreza?
La pobreza tambien es un estado del ser.
Pobreza es el estado de carecer de lo que quieres. Pobreza es el estado de
resistencia para tener lo que quieres. Es un sentimiento activo, una emoción.
La pobreza está en tu humor vibratorio, la pobreza esta en tus emociones
diarias. La pobreza es parte de tu integridad y esta en tu mente, cuerpo y
espíritu. La pobreza no es la ausencia de dinero en tu cuenta bancaria o cosas
materiales como mucha gente piensa.
Si, la abundancia y la pobreza son estados del ser. Están en
nuestras creencias, pensamientos y emociones. Por eso es que hay algunas
personas que no tienen muchas cosas materiales y son felices, tienen abundancia
en sus vidas porque ellos creen y sienten que tienen todo lo que ellos quieren;
por otro lado, podemos ver algunas personas que tienen muchas cosas materiales
y se rodean de lujos y se estan quejando todo el tiempo porque no tienen
suficiente. Este tipo de personas no tiene abundancia en sus vidas aún cuando
ellos tienen todas las cosas materiales que quieren.
Siendo que la abundancia y la pobreza son estados del ser,
podemos crearlas a través de nuestro humor vibracional, de nuestras emociones o
estados de ánimo. Qué estás creando diariamente? Si te estás quejando de la
falta de dinero y diciéndote a ti mismo y a los demás que es muy difícil tener
dinero, o que el dinero es un problema, estos sentimientos están bloqueando la
abundancia y estás creando más pobreza. Pero tu puedes crear lo que quieras, ¿Qué quieres crear, pobreza o abundancia? Somos creadores y creamos cosas de
adentro hacia afuera. La abundancia es una emoción, la emoción de tener todo lo
que quieres sin importar las circunstancias.
Quizás estás pensando: Es fácil de decirlo, pero es muy
difícil cuando tienes deudas y no tienes dinero para pagar las cuentas, y es
correcto, es muy difícil, así que estás creando más pobreza cuando piensas de
esa forma y empeoras tu situación. Si quieres crear abundancia en tu vida, la
forma mas fácil es empezar con tus palabras. Las palabras crean pensamientos.
La repetición de las palabras se convierte en creencias, y las creencias crean
sentimientos; tú puedes activar esos sentimientos para convertirlos en
emociones y tus emociones son tu humor vibracional.
Empieza por saber que tú te mereces sólo cosas buenas, lo
mejor. La abundancia te está esperando, solo necesitas estar en el mismo humor
vibracional.
He aqui tres cosas que puedes hacer para estar en el humor
correcto y permitir que la abundancia llegue a tu vida:
1. Repite y practica afirmaciones positivas: Yo merezco solo
cosas buenas. Yo soy abundancia. Cada célula de mi cuerpo, mente y espíritu está llena de abundancia. Yo estoy abierta a recibir dinero en mi vida. El dinero
llega a mi de diferentes formas…
Se agradecido por todo lo que tienes (no te quejes por las
cosas que no tienes o que has perdido). La gratitud abre las puertas para
recibir lo que estás pidiendo y te hace sentir merecedor. Gracias Dios por todo
lo que tengo y por las cosas maravillosas que están por llegar a mi. No te
acuestes sin agradecer de cinco a diez cosas que te ocurrieron durante el día.
También puedes escribir tus afirmaciones de gratitud en tu diario de
agradecimientos
3. Practica el Tapping Meridiano para corregir o cambiar tus
creencias y estados de ánimo sobre el dinero y permitir que la abundancia
llegue a tu vida.
El Universo está lleno de abundancia y está esperando para
darte lo que es tuyo. Toma esfuerzo y mucha práctica para cambiar tu pobreza en
abundancia, pero vale la pena porque es lo que tú mereces. La abundancia es un
estado del ser y tu puedes crearla ¿Qué estás esperando?
Dr. Wayne D
sábado, 23 de agosto de 2014
TECUMSEH. Jefe indio
"Vive tu vida sin que el temor a la muerte pueda entrar
jamás en tu corazón.
No molestes a nadie por su religión.
Respeta la opinión de los demás y exige que ellos respeten
la tuya.
Siempre ofrece una palabra o haz una señal de saludo cuando
te encuentres o te cruces con un amigo, o incluso a un extraño en un lugar
solitario.
Muestra respeto por todos, pero jamas te doblegues ante
nadie.
Cuando te levantes por la mañana, da gracias por tus
alimentos y por la alegría de vivir, y si no encuentras motivos para
agradecerlo, la culpa de ello reside en ti mismo.
No abuses de nadie ni de nada, que el abuso entorpece a los
sabios y despoja al espíritu de sus visiones.
Ama la vida.
Perfecciónala siempre embelleciéndola.
Intenta que tu existencia sea larga y que esté al servicio
de tu pueblo. Y cuando llegue la hora de morir no seas como aquellos llenos de
temor hacia la muerte, que cuando les llega el momento lloran y rezan para
volver a vivir su vida de un modo diferente.
Canta tu canción de muerte y muere como un héroe que regresa
al hogar".-
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