"LOS GUANTES DE FRANCIS.
Circulaba con mi mujer y en un semáforo en rojo me detuve.
Un joven de raza negra me ofreció chapurreando el español, un paquete de
pañuelos. Le di un euro. Como pasamos tres
veces por semana por dicho lugar, he charlado con él varias veces. Es ghanés,
habla inglés y es licenciado en Sociología. En una segunda ocasión, al darle el
euro, me lo rechazó y me pidió si le podía regalar unos guantes de color claro.
Mi mujer y yo nos miramos asombrados, ya que el calor en mi ciudad es duro de
pelar. Se los compré y se los di un día lluvioso.
Francis-así se llama-
sonrió felíz. Parecía que le salvaban la vida. En otra ocasión, me atreví a
preguntarle por qué me había pedido los guantes. Me sonrió y evitó responderme.
Me costó más de dos meses que me lo explicara. Por fin, me respondió bajando la
cabeza: "A muchas personas parece que les da asco rozar nuestra piel y no
nos dan nada. Desde que tengo los guantes, todo ha cambiado."
Seguí camino pensativo mientras mi mujer se miraba las
manos. ¿Blancas, negras? ¿Tan gris es el mundo?
RAFAEL ALCALÁ ÁLVAREZ.-Málaga, España.
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