Conté mis años y descubrí, que tengo menos tiempo para vivir
de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora... Me siento como aquel chico
que ganó un paquete de golosinas: las primeras las comió con agrado, pero
cuando percibió que quedaban pocas, comenzó a saborearlas profundamente.
Ya no tengo tiempo para reuniones interminables donde se
discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que
no se va a lograr nada.
Ya no tengo tiempo para soportar absurdas personas que,
a pesar de su edad cronológica, no han crecido.
Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades.
No quiero
estar en reuniones donde desfilan egos inflados. No tolero a maniobreros y
ventajeros. Me molestan los envidiosos que tratan de desacreditar a los más capaces
para apropiarse de sus lugares, talentos y logros.
Las personas no discuten contenidos, apenas los títulos. Mi
tiempo es escaso como para discutir títulos. Quiero la esencia, mi alma tiene
prisa... Sin muchas golosinas en el paquete...
Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana. Que sepa
reír de sus errores. Que no se envanezca, con sus triunfos. Que no se considere
electa, antes de hora.
Que no huya de sus responsabilidades. Que defienda la
dignidad humana. Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la
honradez.
Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena. Quiero
rodearme de gente que sepa tocar el corazón de las personas. Gente a quien los
golpes duros de la vida le enseñó a crecer con toques suaves en el alma.
Sí, tengo prisa, pero por vivir con la intensidad que sólo
la madurez puede dar. Pretendo no desperdiciar parte alguna, de las golosinas
que me quedan. Estoy seguro que serán más exquisitas, que las que hasta ahora
he comido.
Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres
queridos y con mi conciencia. Espero que la tuya sea la misma, porque de
cualquier manera, llegarás.
Mario de Andrade (1893-1945) poeta, novelista, ensayista y musicólogo brasileño
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