Cuando ves que todo a tu alrededor se derrumba, que sientes
que vas a caer al vacío, que te fallan las fuerzas, que no ves una salida... Me
diste tu mano. Y en ese momento mi mundo se llenó de colores, de risas,
ilusiones y sueños. Volví a tener quince años. No sé por cuanto tiempo, me
seguirás apretando la mano, lo que si sé es que jamás me arrepentiré de haberla
cogido. Que jamás te olvidaré. Que jamás le agradeceré lo bastante a Dios por
ponerte en mi camino. Y que pase lo que pase, seguiremos siendo amigos.
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