Un turista americano visitó al famoso rabino polaco Hofetz
Chaim.
Y se quedó asombrado al ver que la casa del rabino consistía,
sencillamente, en una habitación atestada de libros.
El único mobiliario lo
constituían una mesa y una banqueta.
Rabino, ¿dónde están tus muebles? preguntó el turista.
¿Y dónde están los tuyos? replicó Hofetz-.
¿Los míos? Pero si yo sólo soy un visitante... y estoy
aquí de paso..., dijo el americano.
Lo mismo que yo, le dijo el rabino.
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