"Una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida
por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco
comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi
mano te dibuja..."
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viernes, 28 de febrero de 2014
BROWNIE de chocolate.
Ingredientes.
-200 gr. de chocolate para fundir.
- 100 gr. de de mantequilla.
- 100 gr. de nueces.
- 4
huevos.
- 100 gr. de azúcar.
- Medio sobre de levadura.
-1 cucharadita de azúcar vainillada.
- 80 gr. de
harina.
Elaboración:
El molde lo untamos con mantequilla y espolvoreamos con un poco de cacao en polvo.
Fundimos al baño maría el chocolate y la mantequilla.
Batimos
los huevos con el azúcar hasta conseguir una mezcla espumosa le añadimos la
levadura y la vainilla, mezclamos con el chocolate y la mantequilla ya fundidas.
Lo vamos mezclando muy bien, le echamos la harina tamizada y seguimos removiendo.
Partimos las nueces en trozos
las pasamos por cacao en polvo como si estuviéramos rebozándolas se la echamos
a la masa.
Lo volcamos en el molde y lo metemos en el horno a 180º.
Lo dejamos unos 40 minutos, cuando
lleve 20 minutos cociendo tapamos la parte superior del molde con papel albal
para que se haga como una costra y que termine de hacerse.
Trascurrido este tiempo, lo pinchamos con un cuchillo fino para ver si ya sale limpio, si es así, apagamos el horno y lo dejamos a temperatura de ambiente.
Serás un triunfador
Cuando el egoísmo no limite tu capacidad de amar,
cuando confíes en ti mismo aunque todos duden de ti, y dejes de preocuparte por el que dirán.
Cuando tus acciones sean tan concisas
en duración como largas en resultados.
Cuando puedas renunciar a la rutina
sin que ello altere el metabolismo de tu vida.
Cuando sepas distinguir la sonrisa de la burla
y prefieras la eterna lucha que la compra de la falsa
victoria.
Cuando el ser espontáneo te libere del método.
Cuando actúes por convicción y no por adulación.
Cuando puedas ser pobre sin perder tu riqueza
y rico sin perder tu humildad.
Cuando sepas perdonar, tan fácilmente como ahora te
disculpas.
Cuando puedas caminar junto al pobre sin olvidar que es un
hombre y junto al rico sin pensar que es un Dios.
Cuando sepas enfrentarte a tus errores
tan fácil y positivamente como a tus aciertos.
Cuando halles satisfacción compartiendo tu riqueza.
Cuando sepas manejar tu libertad para pensar, hablar, leer, escribir y hasta escuchar sin caer en los excesos.
Cuando sepas obsequiar tu silencio a quien no te pide palabras y tu ausencia a quien no te aprecia.
Cuando ya no debas sufrir para conocer la felicidad
y no seas ya capaz de cambiar tus sentimientos o tus metas
por el placer.
Cuando no trates de hallar respuesta en las cosas que te
rodean, sino en tu propia persona.
Cuando aceptes los errores.
Cuando no pierdas la calma.
Entonces y solo entonces
SERÁS UN TRIUNFADOR.!!!
Martin Luther King.
"Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol."
En esta frase podemos entender que clase de persona era Martin Luther King. Siempre pensando en los demás. Muchas personas con esos pensamientos nos harían falta en este mundo tan maravilloso que tenemos y que, día a día desde el principio de los tiempos, estamos haciendo inhabitable.
Fotografías antiguas.
Fotografía de Jacqueline Bouvier Kennedy con cuatro años. En
1934.
Paris 1930. Foto de René Jacques.
jueves, 27 de febrero de 2014
Alcachofas.
Ingredientes:
-8 corazones de alcachofa
-Bechamel suave
-sal
-Harina de tempura
Preparación:
Hervir 6 alcachofas.
Cortar 2 en dados.
Triturar 4 con la
bechamel, hasta obtener una masa homogénea.
Cortar el resto de
alcachofas en láminas muy finas y enharinarlas.
Freírlas en abundante aceite
caliente.
Montar el plato en capas: primero los dados de alcachofa hervida,
después un poco de la pasta resultante de lo que hemos triturado y, para terminar, la alcachofa crujiente.
Emerson.
"Ser tú mismo en un mundo que está constantemente intentando convertirte en otra cosa, es uno de los mayores logros."
miércoles, 26 de febrero de 2014
Erizos.
Durante la Edad de Hielo, muchos animales murieron a causa
del frío.
Los erizos dándose cuenta de la situación, decidieron unirse en grupos. De esa manera se abrigarían y protegerían entre sí, pero las espinas de cada uno herían a los compañeros más cercanos, los que justo ofrecían más calor.
Por lo tanto decidieron alejarse unos de otros y empezaron a morir congelados.
Así que tuvieron que hacer una elección, o aceptaban las espinas de sus compañeros o desaparecían de la Tierra.
Los erizos dándose cuenta de la situación, decidieron unirse en grupos. De esa manera se abrigarían y protegerían entre sí, pero las espinas de cada uno herían a los compañeros más cercanos, los que justo ofrecían más calor.
Por lo tanto decidieron alejarse unos de otros y empezaron a morir congelados.
Así que tuvieron que hacer una elección, o aceptaban las espinas de sus compañeros o desaparecían de la Tierra.
Con sabiduría, decidieron volver a estar juntos. De esa
forma aprendieron a convivir con las pequeñas heridas que la relación con una
persona muy cercana puede ocasionar, ya que lo más importante es el calor del
otro.
De esa forma pudieron sobrevivir.
De esa forma pudieron sobrevivir.
Moraleja de la historia:
La mejor relación no
es aquella que une a personas perfectas, sino aquella en que cada individuo
aprende a vivir con los defectos de los demás y admirar sus cualidades.
Elaime Maciques.
martes, 25 de febrero de 2014
Albert Camus.
lunes, 24 de febrero de 2014
Gabriel Velxio.
"Tengo un todavía que te espera. Un murmullo
atragantado con tu nombre, que retiene los suspiros que te adeudo. Y no
resuelvo esta manera de quererte, por el temor que implica tu distancia.
Hay demasiados enamorados, para tan pocos amores, y
nosotros, dudando. Si te animas a ser llegada, me atrevo a ser tu salida. Dame
este tiempo para la travesía, que además de nuestros cielos, mudaremos los
destinos."
“Travesías” - © Gabriel Velxio.
El amor verdadero...
El amor verdadero es jazmín nocturno,
diamante en la obscuridad,
latido que ningún cardiólogo ha escuchado jamás.
Es el más común de los milagros,
hecho de nubes aterciopeladas,
puñado de estrellas lanzadas al firmamento nocturno.
La falsa moneda.- Imperio Argentina.
http://youtu.be/s3-WHo7a3sM
Cruzó los brazos
pa no matarla.
Cerró los ojos
pa no llorar.
Temió ser débil
y perdonarla,
y abrió la puerta
de par en par...
Vete, mujer mala.
Vete de mi vera.
Rueda lo mismito
que la maldición.
Que Undivé permita
que el gaché que quieras,
pague tus quereres,
tus quereres pague
con mala traición...
Gitana, que tú serás
como la falsa monea,
que de mano en mano va,
y ninguno se la quea...
Que de mano en mano va,
y ninguno se la quea.
Besó los negros
zarcillos finos
que allí dejara
cuando se fue,
y aquellas trenzas
de pelo endrino,
que, en otros tiempos,
cortó pa él.
Cuando se marchaba
no intentó mirarla,
ni lanzó un quejío,
ni le dijo adiós.
Y entornó la puerta,
y, pa no llamarla,
se clavó las uñas,
se clavó las uñas
en el corazón...
El autor de la letra de esta canción fue Ramón Perelló y Ródenas, un poeta y letrista de canción
folclórica española.
Nació en La Unión (Murcia), en 1903 y falleció en Madrid
en 1978.
domingo, 23 de febrero de 2014
sábado, 22 de febrero de 2014
José Ángel Buesa.
Te digo adiós, y acaso te quiero todavía.
Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós.
No sé si me quisiste... No sé si te quería...
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.
Este cariño triste, y apasionado, y loco,
me lo sembré en el alma para quererte a ti.
No sé si te amé mucho... no sé si te amé poco;
pero sí sé que nunca volveré a amar así.
Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo,
y el corazón me dice que no te olvidaré;
pero, al quedarme solo, sabiendo que te pierdo,
tal vez empiezo a amarte como jamás te amé.
Te digo adiós, y acaso, con esta despedida,
mi más hermoso sueño muere dentro de mí...
Pero te digo adiós, para toda la vida,
aunque toda la vida siga pensando en ti.
José Ángel Buesa.
Rafael Alberti.
Fue cuando la flor del vino se moría en penumbra
y dijeron que el mar la salvaría del sueño.
Aquel día bajé a tientas a tu alma encalada y húmeda,
y comprobé que un alma oculta frío y escaleras
y que más de una ventana puede abrir con su eco otra voz, si
es buena.
Te vi flotar a ti, flor de agonía, flotar sobre tu mismo
espíritu.
(Alguien había jurado que el mar te salvaría del sueño.)
Fue cuando comprobé que murallas se quiebran con suspiros
y que hay puertas al mar que se abren con palabras.
Rafael Alberti.
Si supiera...
Si supiera que hoy
fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría
al Señor para poder ser el guardián de tu alma.
Si supiera que esta
fuera la última vez que te vea salir por la puerta, te daría un abrazo, un beso
y te llamaría de nuevo para darte más.
Si supiera que estos
son los últimos minutos que te veo diría te quiero y no asumiría, tontamente,
que ya lo sabes.
El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo.
Hoy puede ser la
última vez que veas a los que amas.
Por eso no esperes
más, hazlo hoy, ya que si el mañana nunca llega, seguramente lamentarás el día
que no tomaste tiempo para un sonrisa, un abrazo, un beso, y que estuviste muy
ocupado para concederle a alguien un último deseo.
Mantén a los que amas
cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas, quiérelos y trátalos
bien, toma tiempo para decirles "lo siento", "perdóname",
"por favor", "gracias" y todas las palabras de amor que
conoces.
Nadie te recordará
por tus pensamientos secretos.
Antonio García Barbeito
"Sigo aquí rezando, Señor,
Oraciones que aprendí,
pero al preguntar por ti
sigo dudando, dudando,
Señor, por entre la duda ando
entre preguntas desnudas,
esperando que Tú acudas
a despejarme neblinas:
yo te arranco las espinas,
arráncame Tú las dudas».
Lo miro en la Cruz clavado
Abandonado de Dios
y un ruego ¡perdónanos!
se hace culpa en mi costado.
Lo negué. Y Él me ha salvado
De llenarme de vacíos.
Por eso, al sentirle fríos
manos y pies tan esclavos,
yo sé que en esos tres clavos
algunos golpes... son míos.
El Hombre y el Cristo a solas,
Jesús, como tantas veces
yo me achico, tú te creces
como la espuma en las olas.
¿Deshojamos amapolas,
yo las vuestras y éstas vos?
Tenemos prisa los dos,
Señor, Tú esperas, yo espero...
contéstame Tú primero
que para eso eres Dios."
Pregón de Semana Santa.
jueves, 20 de febrero de 2014
La leyenda del ajedrez
En una de las batallas en las que
participó su ejército perdió a su hijo, y eso le dejó profundamente
consternado.
Nada de lo que le ofrecían sus súbditos lograba alegrarle.
Un buen día un tal Sissa se presentó en su corte y pidió
audiencia. El rey la aceptó y Sissa le presentó un juego que, aseguró,
conseguiría divertirle y alegrarle de nuevo: el ajedrez.
Después de explicarle las reglas y entregarle un tablero con
sus piezas el rey comenzó a jugar y se sintió maravillado: jugó y jugó y su
pena desapareció en gran parte. Sissa lo había conseguido.
Sheram, agradecido por tan preciado regalo, le dijo a Sissa:
- Sissa, quiero recompensarte dignamente por el ingenioso
juego que has inventado.
El sabio contestó con una inclinación:
– Soy bastante rico como para poder cumplir tu deseo más
elevado –continuó diciendo el rey–. Di la recompensa que te satisfaga y la
recibirás.
Sissa continuó callado.
– No seas tímido –le animó el rey-. Expresa tu deseo. No
escatimaré nada para satisfacerlo.
– Grande es tu magnanimidad, soberano. Pero concédeme un
corto plazo para meditar la respuesta. Mañana, tras maduras reflexiones, te
comunicaré mi petición.
Cuando al día siguiente Sissa se presentó de nuevo ante el
trono, dejó maravillado al rey con su petición, por su modestia.
– Soberano –dijo Sissa–, manda que me entreguen un grano de
trigo por la primera casilla del tablero del ajedrez.
– ¿Un simple grano de trigo? –contestó admirado el rey.
– Sí, soberano. Por la segunda casilla ordena que me den dos
granos; por la tercera, 4; por la cuarta, 8; por la quinta, 16; por la sexta,
32…
– Basta –le interrumpió irritado el rey–. Recibirás el trigo
correspondiente a las 64 casillas del tablero de acuerdo con tu deseo; por cada
casilla doble cantidad que por la precedente. Pero has de saber que tu petición
es indigna de mi generosidad. Al pedirme tan mísera recompensa, menosprecias,
irreverente, mi benevolencia. En verdad que, como sabio que eres, deberías
haber dado mayor prueba de respeto ante la bondad de tu soberano. Retírate. Mis
servidores te sacarán un saco con el trigo que necesitas. Sissa sonrió,
abandonó la sala y quedó esperando a la puerta del palacio.
Durante la comida, el rey se acordó del inventor del ajedrez
y envió para que se enteraran de si habían entregado ya al reflexivo Sissa su
mezquina recompensa.
– Soberano, tu orden se está cumpliendo –fue la respuesta–.
Los matemáticos de la corte calculan el número de granos que le corresponde.
El rey frunció el ceño. No estaba acostumbrado a que
tardaran tanto en cumplir sus órdenes.
Por la noche, al retirarse a descansar, el rey preguntó de
nuevo cuánto tiempo hacía que Sissa había abandonado el palacio con su saco de
trigo.
– Soberano –le contestaron–, tus matemáticos trabajan sin
descanso y esperan terminar los cálculos al amanecer.
– ¿Por qué va tan despacio este asunto? –gritó iracundo el
rey–. Que mañana, antes de que me despierte, hayan entregado hasta el último
grano de trigo. No acostumbro a dar dos veces una misma orden.
Por la mañana comunicaron al rey que el matemático mayor de
la corte solicitaba audiencia para presentarle un informe muy importante.
El rey mandó que le hicieran entrar.
– Antes de comenzar tu informe –le dijo Sheram–, quiero
saber si se ha entregado por fin a Sissa la mísera recompensa que ha
solicitado.
– Precisamente para eso me he atrevido a presentarme tan
temprano –contestó el anciano–. Hemos calculado escrupulosamente la cantidad
total de granos que desea recibir. Resulta una cifra tan enorme…
– Sea cual fuere su magnitud –le interrumpió con altivez el
rey– mis graneros no empobrecerán. He prometido darle esa recompensa y, por lo
tanto, hay que entregársela.
– Soberano, no depende de tu voluntad el cumplir semejante
deseo. En todos tus graneros no existe la cantidad de trigo que exige Sissa.
Tampoco existe en los graneros de todo el reino. Hasta los
graneros del mundo entero son insuficientes. Si deseas entregar sin falta la
recompensa prometida, ordena que todos los reinos de la Tierra se conviertan en
labrantíos, manda desecar los mares y océanos, ordena fundir el hielo y la
nieve que cubren los lejanos desiertos del Norte. Que todo el espacio sea
totalmente sembrado de trigo, y toda la cosecha obtenida en estos campos ordena
que sea entregada a Sissa. Sólo entonces recibirá su recompensa.
El rey escuchaba lleno de asombro las palabras del anciano
sabio.
– Dime cuál es esa cifra tan monstruosa –dijo reflexionando–.
– ¡Oh, soberano! Dieciocho trillones cuatrocientos cuarenta
y seis mil setecientos cuarenta y cuatro billones setenta y tres mil
setecientos nueve millones quinientos cincuenta y un mil seiscientos quince
(18.446.744.073.709.551.615) granos de trigo.
El rey se quedó de piedra. Pero en ese momento Sissa
renunció al presente.
Tenía suficiente con haber conseguido que el rey volviera
a estar feliz y además les había dado una lección matemática que no se
esperaban.
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