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martes, 25 de junio de 2013

El Juramento Médico de Maimónides




El Juramento Médico de Maimónides es reconocido por muchos como lo más cercano al ideal de la profesión médica.

En varias universidades del mundo y en todo Israel, los médicos hacen su juramento profesional con este, en reemplazo del tradicional Juramento de Hipócrates:
“Ahora me dispongo a cumplir la tarea de mi profesión. Asísteme, Todopoderoso, para que tenga éxito en esta gran empresa.

Que siempre me inspire el amor a la ciencia y a sus criaturas.

Que en mi afán no se mezcle la ansiedad de dinero y el anhelo de gloria o fama, pues estos son enemigos de la verdad y del amor al hombre, y me podrían también llevar a errar en mi tarea de hacer el bien a mis semejantes.

Conserva las fuerzas de mi cuerpo y de mi alma para que siempre y sin desmayo este dispuesto a auxiliar y asistir al rico y al pobre, al bueno y al malo, al enemigo y al amigo. En el que sufre, hazme ver solamente al hombre.

Alumbra mi inteligencia para que perciba lo existente y palpe lo escondido e invisible.

Que yo no descienda y entienda mal lo visible y que tampoco me envanezca, porque entonces podría ver lo que en verdad no existe.

 Haz que mi espíritu esté siempre alerta, que junto a la cama del enfermo ninguna cosa extraña turbe mi atención, que nada me altere durante los trabajos silenciosos.

Que mis pacientes confíen en mí y en mi arte; que obedezcan mis prescripciones e indicaciones.

 Arroja de su lecho a todos los curanderos y la multitud de parientes aconsejadores y sabios enfermos, porque se trata de personas crueles que con su palabrerío anulan los mejores propósitos de la ciencia y a menudo traen la muerte a tus criaturas.

Cuando médicos más inteligentes y sabios quieran aconsejarme, perfeccionarme y enseñarme, haz que mi espíritu les agradezca y obedezca, pero cuando tontos pretenciosos me acusen, haz que el amor fortifique plenamente mi espíritu para que con obstinación sirva a la verdad sin atender a los años, a la gloria y la fama, porque el hacer concesiones traería perjuicio a tus criaturas.

Que mi espíritu sea benigno y suave cuando camaradas más viejos, haciendo mérito a su mayor edad, me desplacen y befen, ofendiéndome, me hagan mejor.

 Haz que también esto se convierta en mi beneficio, para que conozca algo que no sé, pero que no me hiera su engreimiento: son viejos y la vejez no es un freno para las pasiones.

Hazme humilde en todo, pero no en el gran arte. No dejes despertar en mí el pensamiento de que ya sé lo suficiente, sino dame fuerza, tiempo y voluntad para ensanchar siempre mis conocimientos y adquirir otros nuevos.

 La ciencia es grande y la inteligencia del hombre cada vez cava más hondo”.


Maimónides, también conocido como Moshé ben Maimón, o como Rabí Moisés el Egipcio entre los cristianos, nació en Córdoba en 1135 y vivió hasta 1204. 

Cuando Córdoba fue conquistada por los almohades que impusieron el Islam, él tenía 13 años. Su familia tuvo que aparentar su conversión al Islam y cambiar a menudo de residencia. 

Hacia 1165, se traslada finalmente a Egipto, donde residió el resto de su vida. 

Ejerció la medicina obteniendo gran fama y admiración en la corte del sultán Saladino y, luego, en la de su hijo al-Fadl. 

Su obra trascendió fronteras y el tiempo, y hasta la actualidad han perdurado muchos conceptos que él planteó, en medicina, filosofía y otros campos.




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