Un día un cuervo vio a un pavo real de bellísimas plumas que él admiraba muchísimo.
Aguardó durante muchos días hasta que el pavo real empezó a cambiar sus plumas.
Entonces las recogió y se adornó con ellas.
El cuervo estaba muy ufano con su aspecto. Fue al espejo para admirarse. Llamó a muchos pájaros para que acudieran a ver cuan bello había llegado a ser de repente.
De pronto, un fuerte viento que llegó sopló todas las plumas de pavo real y el cuervo quedó de pie, frente a sus amigos, como un pájaro negro desnudo.
De ahora en adelante” me dijo mi padre solemnemente “no te adornes con las plumas de los otros”.
No uses los logros y el talento de otras personas para parecer más grande. Esto es vanidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario